Hoy conmemoramos el día en que nació un nuevo Estado en el mundo, el Estado saharaui. Un estado que nació por la voluntad colectiva del conjunto del pueblo saharaui. Es un día más en el que volvemos la mirada atrás para ver la obra que nos dejaron Bassiri, Eluali, Mahfud Ali Beiba y tantos otros y otras que los tenemos en la memoria y en el corazón. Su legado no es una obra finalizada, sino una fuerte voluntad y determinación de seguir proclamando y reivindicando nestra existencia com un Estado constitucional, democrático con población y territorio, unificados ambos en el mismo espacio físico. La real politik no ha sido nunca y será un argumento u obstáculo para frenar nuestra lucha, ni tampoco una excusa que nos empuje a otros medios alternativos al diálogo y a la paz.
Este día es para homenajear a esas personas que lo dieron todo por este ideal colectivo: a las mujeres que cosían las jaimas, hacían ladrillos de adobe y de albañiles improvisadas; a aquellos niños y niñas que aguantaron todo tipo de penurias, amarguras y privaciones, y que hoy son nuestros padres; a nuestros heridos de guerra que pagaron un precio muy elevado por esta lucha; a nuestros padres que hacen de tripas corazón y aceptan que estemos muy lejos de ellos con tal de que ese tiempo repercuta luego en la consolidación de nuestra República con médicos, profesores, ingenieros, abogados, terapeutas, técnicos...; y hoy día , a nuestros familiares de las zonas ocupadas que se niegan a ser unos espectadores más de su suerte y son las víctimas de las consecuencias de la Intifada.
Dicen que los saharauis somos muy cabezotas y tozudos, y no es ninguna exageración. Este defecto lo convertimos en virtud cuando se trata de no rendirse, de no doblar las rodillas y no dar el brazo a torcer a pesar de lo imposible que nos lo presenten, de lo negro que lo pinten y de todos los pronósticos que haya en contra. Cuando existe esta magnitud de sentimiento y determinación, lo demás poco influye.
Estamos tan convencidos de la base sólida que sustenta nuestras aspiraciones que nos parece redundante el proclamarlas de una y otra vez.
La solución a esta pesadilla no es mas que la oficialización y reconocimiento internacional de la República Árabe Saharaui Democrática y , el cumplimiento de una vez por todas del Derecho Internacional. No hay que combatir a los pueblos pacíficos, sino a los Estados propios del feudalismo donde, hoy día, el monarca sigue ostentando plenos poderes y sus súbditos naufragando en un mar de ignorancia.
Hemos cedido reiterativamente tanto que ya hemos agotado todas nuestras bazas. Sólo nos queda eso, la palabra saharaui, y unos documentos que afirman nuestro derecho a la autodeterminación. Y ambas cosas ni se ceden ni se venden....
...Mientras una saharaui siga teniendo los dedos de la victoria levantados, mientras un saharaui siga aguantando los golpes de un porra entre lágrimas de dolor y gritando ¡ independencia ! , mientras los niños saharauis sigan estudiando, mientras los saharauis sigan retando a la represión y la sin razón, mientras los saharauis sigan aguantando las condiciones de la hamada...habrá esperanza, habrá lucha hasta la victoria.
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