El viernes, 1 de febrero de 2013, a las nueve y media,
comenzaba el juicio militar contra los civiles saharauis, activistas pacíficos
defensores de los Derechos Humanos, detenidos por la Gendarmería marroquí
después del desmantelamiento violento del Campamento de la Dignidad de Gdeim
Izik, el 8 de noviembre de 2010.
Durante todo el mes de octubre
anterior se fueron sumando a aquella manifestación pacífica espontánea, saharauis
y saharauiyas, de la ciudad ocupada de El Aaiún, a unos catorce kilómetros de
ella, en el lugar denominado Gdeim Izik. Solicitaban con su protesta pacífica y
democrática, unas mejoras sociales y
laborales. Bien organizados, pese a las dificultades, multitud de personas allí
acampadas en jaimas y a una considerable distancia de la ciudad, fueron un ejemplo de convivencia y protesta
pacífica, que algunos analistas políticos no dudaron en calificar como la
primera manifestación de lo que después se llamó la Primavera Árabe.
En el exterior de la corte se
manifestaba un grupo de saharauis pidiendo la libertad incondicional de los
detenidos, desde temprana hora de la mañana.
Y, al lado, otro grupo de marroquíes que pedían la pronta resolución
acusatoria de los mismos.
Tanto en la calle como en la
sala de la audiencia había mucha presencia policial, tanto de uniforme como
vestidos de paisano, a éstos se les reconoce enseguida por su actitud estática
y amenazante. No obstante, los policías que nos atendieron para la
identificación personal nos dispensaron un buen y educado trato.
Hay mucha presencia de
observadores, tanto jurídicos como civiles, alrededor de treinta. De diversos países,
se adjunta listado de los mismos.
Los detenidos a la hora de
entrar en la sala lo hacen con brazo en alto, haciendo la señal de victoria y
gritando con coraje consignas a favor de la lucha del pueblo saharaui, del
derecho a la autodeterminación y a favor del Frente Polisario, en hasanía y en
español. Este momento fue muy emocionante y tenso, duró unos minutos, pero aún
resuena su eco en Rabat y en el Sahara Occidental. El público se puso en pié y emocionado,
porque se notaba, retuvo sus ganas de aplaudirles. No se puede imaginar el
lector de esta crónica o sí, como sonaban sus cánticos, pidiendo libertad y
justicia, en aquella sala, los 23 vestidos con darras y turbantes al cuello.
Brazos en alto y consignas a voces, rodeados de policías y militares, ellos y
nosotros, la sala estaba llena.
Comienza el juicio nombrando
al primer acusado, Enanma Asfari, pero enseguida los abogados defensores
protestan y se discuten cuestiones previas:
1º Por qué tantos policías
armados en la sala, parece más que una corte de justicia, el patio de armas de
una gendarmería.
2º Por qué no se ha permitido el acceso a la
sala a los familiares de los detenidos.
Luego, entre otras cuestiones
preliminares, argumentan una solicitud de aplazamiento por las siguientes
razones:
1º Solicitan
pruebas testificales no admitidas con anterioridad pero que son
necesarias para la defensa y la comparecencia del ex Ministro del Interior, del
Gobernador Provincial y del equipo de negociadores nombrado por la autoridad de
Marruecos para tratar con los saharauis el desmantelamiento pacífico del
campamento.
2º También se solicita el aplazamiento por que
faltan cuatro abogados de la defensa.
A partir de las once, se
retira el tribunal a deliberar y se reinicia el proceso a las 14 horas.
El presidente de la sala, en
la reanudación, notifica sus conclusiones a los presentes:
a) No se admite el testimonio ni del ex
Ministro del Interior ni del Gobernador Provincial y si se admite la
personación del equipo negociador nombrado
por la administración
gubernamental.
b) Se admiten otras pruebas testificales de
personas.
c) Se suspende la vista y se aplaza al viernes
próximo, 8 de febrero.
Los abogados defensores
solicitan un aplazamiento mínimo de dos semanas para que ofrezca posibilidad
real a la convocatoria de nuevos
testigos y tiempo suficiente para los desplazamientos necesarios de abogados y
familiares. Esto el tribunal no lo admite y señala la fecha fijada.
Entre las conclusiones de los
observadores que suscriben este informe, destacamos: a) En primer lugar, la
necesidad de la presencia continuada de observadores en todas y cada una de las
vistas de este proceso y de cualquier otro que se produzca como resultado de la
justa causa saharaui, por el calor y la atención que se presta, tanto a los
presos como a sus familiares. Así nos lo hicieron ver y sentir. b) Pensamos
también que es muy importante para la autoridad marroquí la presencia de
observadores internacionales, en cuanto a la presión a la que se le somete por
nuestra presencia y observación. Ya que es notoria la muestra de su respeto
hacia nosotras-os y, también, nos demuestran por qué estamos allí. c) En tercer
lugar, al finalizar nuestra misión, debemos hacer una labor de difusión de todo
lo visto y vivido para general conocimiento de nuestro entorno.
En particular queremos hacer
constar la clara visión que hemos tenido al presenciar este juicio, cómo son
juzgados unos seres humanos, civiles, políticos, pacíficos y defensores de los
Derechos Humanos por un Tribunal Militar, que en el fondo de la cuestión los
procesa porque exigen el cumplimiento de los Acuerdos de Paz, firmados entre el
Frente Polisario y el rey de Marruecos, de las Resoluciones de Naciones Unidas,
por la vigilancia de los Derechos Humanos en el Sahara Occidental y por la
Legalidad Internacional.
Al día siguiente, sábado 9 de
febrero, por la tarde, los abajo firmantes nos trasladamos a visitar a los
familiares de los presos que sobreviven, como sólo ellos saben, con la máxima
dignidad y con la mínima necesidades satisfechas, en dos pisos alquilados en
Salé-Rabat, para estar los más próximos posibles a sus seres queridos. Residen
de 25—50 personas, permanentes desde hace dos años, la mayoría son mujeres.
Madres, esposas, hijos
pequeños, hermanas y hermanos de los presos, conviven muy organizados, en
comunidad, aportando cada familia 200 Dirham por mes, para el pago de la
vivienda, entre todas ellas 500Dh para el agua y la luz, y aportando cada día
una, la comida necesaria para todos los presentes. Además, cinco días a la
semana, se trasladan a la cárcel de Salé, para visitar a los familiares
detenidos, aportándoles algo de comida, porque, según nos cuentan, la de la
cárcel no se puede comer.
Estamos con ellas toda la
tarde, al marchar nos agradecen con todo tipo de gestos su agradecimiento por
nuestra visita.
Visitamos otro piso más de familiares
y otra casa donde residen los activistas que se han trasladado desde El Aaiún,
para estar cerca de sus compañeros, donde entrevistamos y saludamos, entre otros,
a Brahim Dahan, Sultana Jaya y Hayat Rguibit.
Los observadores percibimos en
las personas entrevistadas su entereza en la claridad de sus ideas, su dignidad
en sus figuras y comportamiento y el coraje que da el poder de la verdad.
Trinidad García Martín,
observadora jurídica. Angels Moseguí Figueres, observadora civil. Juan Andrés Lisbona Noguerol, observador
civil y redactor del informe.
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